jueves, 29 de diciembre de 2016

Entrevista en Un libro y té


Cuando te llega un correo cuyo asunto es "Problemas técnicos jajaja" nunca te imaginas que detrás del mismo se esconde una persona tan bonita. Bueno, pues así me sucedió a mí. Loles, mi amiga y autora de aquel mensaje, es la chica adorable que se encuentra detrás del blog literario Un libro y té. Aprovecho ahora para recomendarlo, puesto que sus reseñas y otras publicaciones en relación con el fantástico mundo de la literatura me engancharon desde el primer día. Además, ahora mismo está de celebración pues hace poco superó los 600 seguidores. ¡FELICIDADES!

Y precisamente de su blog quería hablar hoy.

Cuando me ofreció la posibilidad de hacerme una entrevista me puse muy contenta. Responder a las preguntas no solo fue especial por lo que significa, sino también por quién es la autora de la misma. La podéis leer aquí. Y lo único que puedo hacer al respecto es dar las gracias por esta acogida tan bonita y emotiva, tanto a mí como a El presagio de Horus.

Pude conocerla en persona este mismo mes. Tanto ella como Anthea, del blog El Escondite de Anthea, vinieron a Madrid. No podía perderme la oportunidad de quedar con ellas. Y, además de la gran experiencia que supuso este encuentro (una prueba más de que la Navidad une a las personas), nos llevamos también una anécdota que ella misma cuenta en la entrada que enlacé en el párrafo anterior. Por mi parte, también traje conmigo a casa un regalito adelantado: haber pasado la tarde con estas dos personitas increíbles.

Seguramente esta sea la última publicación de este 2016, así que solo me queda desearos a todos una feliz salida de año y una mejor entrada del siguiente. ¡Gracias por estar ahí!


¡FELIZ NAVIDAD!

lunes, 19 de diciembre de 2016

¡Feliz Navidad!



Aún quedan cinco días para Nochebuena pero quería aprovechar y desearos una Feliz Navidad a todos, y en especial a quienes sacáis un ratito para pasaros por aquí o por cualquiera de las redes sociales en las que podéis encontrarme. Estas fechas especiales son las que más me gustan del año. Las luces parecen brillar un poco más al saber que os encontráis detrás de la pantalla. Y algunos incluso más cerca.

Dentro de unos días publicaré una entrada muy especial. Mientras tanto, recordad que podéis pedirle a Papá Noel El presagio de Horus aquí. Regalar libros equivale a regalar sueños.


¡FELIZ NAVIDAD!

viernes, 2 de diciembre de 2016

Bienvenido diciembre



Hacía casi un mes desde mi última publicación. Demasiado. Los exámenes y trabajos de la universidad absorbían casi todo mi tiempo. Decidí que, para publicar algo deprisa y corriendo, mejor dejar pasar los días en blanco. Y eso he hecho.

El mes que entra, diciembre, también será bastante ocupado. No solo me refiero al resto de tareas de clase, que también, sino a otro tipo de eventos. El primero de ellos, el viaje del que disfrutaré del cinco al doce de este mes. Una ruta en coche subiendo a Francia con destino a Bélgica y pasando por Luxemburgo a la vuelta. Ahí es nada. El motivo es un evento benéfico en relación con la Segunda Guerra Mundial que llevo esperando desde abril. ¡Decir que tengo ganas es poco! Después de tantos meses esperando, parece mentira que ya esté aquí, a la vuelta de la esquina.

Por otro lado, el sábado 17 de diciembre tengo planes en Madrid con Loles, del blog Un libro y té. Ya van unos cuantos meses desde que la conocí y estoy deseando estar con ella en persona. Estoy segura de que va a ser un día estupendo. ¡Hacerse fotos es obligatorio!

¿Qué más? El mes pasado participé en un intercambio con Deborah Heredia. Ella se llevó mi libro El presagio de Horus y yo me llevé el suyo El Recodo de las Hadas. En cuanto acabe la novela que tengo entre manos, Alto Riesgo de Ken Follett, es el turno de esta nueva adquisición. Para empezar, la portada del libro es preciosa y ya solo eso me anima muchísimo a perderme entre esas páginas de fantasía. Aquí la podéis ver junto a uno de mis incontables peluches. Hice la foto con la bonita cinta con la que Deborah lo envolvió. Detalles bien cuidados. ¡Me encanta!

Y, a continuación, el unboxing del El presagio de Horus en cuanto lo recibió. ¡No se puede ser más maja! Porque yo no me he decidido aún a hacer vídeos (me lo estoy pensando), si no desde luego que le habría dedicado a El Recodo de las Hadas el que se merece. Sin embargo, cuando me lea el libro tengo pensado dejar mi opinión por aquí y, además, otras sorpresas. Me apetece mucho, la verdad.



Antes de acabar quería comentar algo. No hablaré de ello de un modo explícito, ya que las cosas se están moldeando, pero sí decir que hay un par de cosillas por ahí en marcha. ¿Sabéis esa sensación de no querer dar más detalles hasta que prácticamente lo tengas entre las manos para evitar gafar el asunto en cuestión? ¡Pues me siento justo así! De una, si todo sale bien, habrá noticias a lo largo de este mes y la otra empezará a tener difusión para enero. En realidad me cuesta mucho no decir ahora de qué se trata, pero tiempo al tiempo. ¡Merecerá la pena!

¡Que tengáis un magnífico fin de semana!

domingo, 6 de noviembre de 2016

Presentación "Solo quiero que me beses" (Patricia Bermejo)


¿Os acordáis de aquella entrada que contenía una entrevista a Patricia Bermejo y una reseña de su libro Solo quiero que me beses? Pues bien, ayer estuve en la presentación. Tuvo lugar en un lugar muy coqueto de Fuenlabrada: la Librería Bravo. Como ya me había leído el libro, esta charla entrañable hizo que me zambullera de nuevo en la historia de Simón y Julia.

La presentación estuvo a cargo de Marisa Rubio, también escritora, y he de decir que supo llevarla por una línea que nos mantuvo a todos atentos.

No solo trataron el argumento de Solo quiero que me beses, sino que también se habló del marco histórico, cultural, social y político de los años ochenta del siglo veinte. Para mí, que nací precisamente a finales de esta década, me resultó muy interesante conocer de primera mano algo más acerca del Alcalá de Henares de aquella época. La época de Julia y Simón.

domingo, 23 de octubre de 2016

¿Qué es una hermana?

Imagen: fanpop

Si consultamos el diccionario de la Real Academia Española, una hermana es la que tiene en común con otra el mismo padre y la misma madre, o solo uno de ellos.

Discrepo. La biología es inexacta. No puede explicar lo que existe más allá de los lazos genéticos. Más allá de la sangre. Porque una hermana es aquella persona...

... que sientes siempre contigo, se encuentre en otro país o a tu lado en el sofá.

... con la que puedes contar ante los problemas, ya sean las doce de la mañana o las doce de la noche.

... que no te juzga.

... que te comprende y te apoya en las situaciones difíciles.

... que te llama por teléfono solamente para reírse y después colgar.

... con la que puedes fangirlear de casi cualquier cosa.

... con la que discutes y al poco tiempo ya vuelves a las tonterías.

... a la que puedes enseñar y con la que puedes aprender.

... para la que guardas un sitio especial en tu corazón.

... con la que puedes reírte hasta que te duela la tripa por la estupidez más absurda, aunque los demás no entiendan qué es lo que está ocurriendo.

... con la que puedes intercambiar ropa, e incluso quedártela por un tiempo.

... con la que puedes sacarte cien selfies, noventa y siete de ellos poniendo gestos ridículos.

... con la que puedes hablar tanto de temas banales como serios, y en cualquiera de los casos saldrán a relucir de los mejores consejos que te pueden dar.

... por la que darías todo cuanto esté en tu mano; y si no lo está, lucharías por conseguirlo.

... con la que te ríes histérica en una atracción vertiginosa, en lugar de gritar.

... con la que compartes juegos de pequeñas y confidencias de mayores.

... a la que quieres incondicionalmente.

Tu chimenea en invierno, tu brisa en verano. Tu trébol de cuatro hojas, tu polvo de hadas. Tu rosa de los vientos, tu ángel de la guarda. Tu estrella polar. Una hermana es, en definitiva, una extensión de tu alma.



Beatriz G. López

lunes, 10 de octubre de 2016

Introducción - "El presagio de Horus"


Hielo. Rocas. Polvo. Miles y miles de kilómetros recorridos en apenas un segundo. En el desamparo del adusto, sombrío y sempiterno espacio, el fulgor de un cuerpo celeste se derramaba sobre su elegante y luenga cola, extendida por el cosmos como el trazo cegador del pincel de una deidad superior. 
Tras siete años recorriendo la elipse de su órbita, por fin volvía a aproximarse al calor de la estrella en torno a la cual giraba su inerte vida. Se acercaba a su sol. La colosal esfera candente recibiría al cometa para más adelante despedirlo entre lenguas de fuego. Pero no todavía. Ahora estaba regresando, como cada siete años. 
El ingenuo cometa era, sin embargo, ignorante de que no era el único que volvía cada séptimo año. Las fronteras del Sistema Solar serían ultrajadas. Otra vez.

domingo, 2 de octubre de 2016

Fuera de combate

     La ovación era atronadora y habría castigado sus tímpanos si no fuese porque ya estaba acostumbrado. Había perdido la cuenta del número de veces que aquel público salvaje rugía ante la brutalidad. Exigían sangre.
     —¡Bloody Wyatt vuelve a ser el ganador!
     La mirada de Dennis se perdía por algún punto del cuadrilátero mientras el estirado presentador le alzaba el brazo derecho como reconocimiento de su victoria. La muchedumbre estalló en bramidos. Coreaban su nombre. Los gritos parecían seguir el ritmo de su pulso, lo notaba en la ceja derecha. Intuía que el corte no había parado de sangrar, tan intensas eran las palpitaciones. El sabor férrico aún bañaba sus labios. Escupió a un lado y el fluido carmesí aterrizó apenas a un metro de su adversario. El pobre diablo yacía boca abajo en el suelo cuan largo era, sin conocimiento. No era la primera vez que Dennis Bloody Wyatt vencía por knock-out.
     El campeón se zafó de la sujeción del presentador, dio media vuelta y caminó hacia las escaleras. La inmensa verja metálica que convertía el ring en una jaula quedó a sus espaldas. El traqueteo metálico de los zarandeos que recibía por parte de algunos espectadores cafres se camuflaba bajo los gritos. Y sin embargo ninguno de esos brutos alcoholizados se atrevían a acercarse a Dennis, ni siquiera para felicitarle por su flamante actuación. Ese tipo de gente solía guardarse su necesidad de violencia para cuando se encontraran ante el desamparo de sus esposas. Al fin y al cabo aquellas mujeres desgraciadas nunca podrían infundir el mismo temor que un hombre joven de metro noventa y complexión robusta. El cabello corto y de un rubio níveo, acompañado de los ojos extremadamente claros, le otorgaban el aspecto amenazador de un criminal de Europa del Este.
     —¡Qué barbaridad! ¡Así se hace! —le alabó el hombre situado detrás de la barra, Rupert, mientras le asestaba unos golpes en el brazo. No recibió respuesta—. ¿Lo de siempre?
     Bloody Wyatt se limitó a asentir. Tomó asiento en una de las cochambrosas banquetas de aquel antro. Se miró ambas manos, frotándolas despacio. Tenía los nudillos ensangrentados y los notaba incendiados. Únicamente vestía un pantalón negro, y las perneras desaparecían en el interior de las botas del mismo color. Era consciente de que los golpes serían bien visibles en el resto de piel desnuda, algunos incluso abiertos y dejando regueros de sangre a su paso. La misma historia de siempre. Se inclinó hacia delante sobre la barra en cuanto Rupert dejó el vaso de whisky a su disposición.
     —Vivo sola —le susurraron al oído—. Te invito a mi cama esta noche.
     Dennis giró la cabeza justo antes de que ella apoyase su mano delicada en el hombro del luchador. Por encima de aquel tatuaje maorí que cubría todo su brazo izquierdo, internándose en la espalda y en el músculo pectoral del mismo lado, sintió frío el contacto. Descubrió a una chica cuya melena morena y larga no era suficiente para distraer las miradas masculinas de su abultadísimo escote. Le miraba casi con avidez.
     Pero no era Emily.
     Hacía más de medio año que su mujer había desaparecido y, con ella, sus dos hijas. Carol y Alice eran dos preciosas gemelas de diez meses. Dennis se había deshecho por ellas desde el mismo momento de su nacimiento, el pasado doce de marzo. Recordaba haberlas sostenido a ambas en brazos, tan diminutas, mientras la intensa lluvia repiqueteaba contra el cristal de la ventana del hospital.
     No sabía muy bien en qué momento exacto las cosas se habían torcido tanto con su esposa. Siempre habían tendido a discutir a causa de los caprichos de Emily y la terquedad de él, pero nunca había sido suficiente como para abrir una brecha insalvable entre ellos. De hecho, a raíz del nacimiento de las pequeñas la vida en pareja había mejorado. O eso había creído. Jamás habría llegado a adivinar que la mujer de la que estaba enamorado le robaría a sus dos preciosos tesoros. La había llamado, la había buscado, incluso se había puesto en contacto con los padres de Emily a pesar de que nunca se habían llevado del todo bien. No quisieron saber nada de él y descubrió que su mujer pronto cambió el número de teléfono. La policía parecía no emplearse a fondo con la búsqueda, excusándose en la burocracia y la cantidad de investigaciones que ya manejaban.
     Las primeras semanas Dennis se entregó al alcohol, incapaz de sobrellevar el dolor. Pero pronto dejó de ser suficiente. Necesitaba dar salida a toda aquella violencia que había anidado en su alma ante tan alta traición. Con sus aptitudes físicas, tan solo fue cuestión de tiempo que encontrara un tugurio que satisficiera sus deseos de olvidar. En Lonesome Wolf podía descargar toda su ira sobre desconocidos que buscaban destrozarle con sus propias manos, hecho que se acentuó en cuanto Dennis comenzó a anotarse victorias. Nunca habría sido capaz de levantarle la mano a Emily y sin embargo había aprendido a disfrutar de los golpes que propinaba a aquellos hombres, para él anónimos. Poco le importaba el dinero, nada le interesaba el reconocimiento.
     —¿No irás a dejarme sola en esta noche tan fría?
     La joven se apretujó contra él, asegurándose de que Dennis sintiera en el brazo tatuado el tacto de sus atributos. Parecía no reparar en la sangre que ahora manchaba su minúsculo top de color blanco. Aquella cercanía abrupta hizo que el luchador sintiese dolor en las costillas magulladas. Pero no se retiró, tan solo agarró el vaso de cristal con la mano derecha y de golpe apuró el whisky. El ardor que descendió por su garganta se asemejaba al que sentía en la amplia colección de lesiones que le había dejado su anterior contrincante.
—¡Bueno, bueno, bueno! ¡Tenemos nuevo rival! ¿Será capaz de vencer a Bloody Wyatt?
     La voz del showman tronó por los viejos altavoces. El griterío del tumulto se abrió paso entre el olor permanente a sudor, alcohol y mediocridad que se respiraba en el Lonesome Wolf. Dennis apoyó ambas manos en las piernas para levantarse. La sangre no podía apreciarse sobre los pantalones negros.
     —¿Vendrás?—-insistió aquella perseguidora de trofeos.
     Wyatt restregó el dorso de la diestra sobre los labios. Al retirarla, esta quedó impregnada de rojo brillante. Se giró sobre sí mismo antes de encaminarse de nuevo a la jaula. Comenzó a avanzar con la chica todavía encaramada. Esta tuvo que soltarse cuando no vio ni el mínimo interés por parte de él en participar en aquella conversación. El gladiador avanzaba entre quienes le jaleaban, los mismos que sabía que le repudiarían en el mismo momento en que se internara en una mala racha.
     Su adversario le esperaba en el centro del cuadrilátero. El vigente campeón no le conocía, no había peleado contra él antes. A juzgar por la sonrisa arrogante que torcía sus labios, el tipo nuevo confiaba mucho en sus posibilidades. Bloody Wyatt permanecía impertérrito, con las gélidas pupilas incrustadas en aquel hombre de apariencia fiera. Sintió una corriente de aire frío sobre el torso desnudo y contusionado, alguien debía de haber entrado al local. El rubio entonces puso el pie derecho en el primer escalón y completó los restantes hasta volver a entrar en aquella cárcel de sadismo. El presentador abandonó la plataforma de inmediato y, desde fuera, cerró la reja que hacía las veces de puerta. El candado quedó oscilando unos segundos.
     Dennis volvía a tener ante sí la oportunidad de recuperar el control de su vida. El espejismo duraba lo que se prolongaba el aguante de su rival, o hasta que sus propias rodillas se negaban a continuar sosteniéndole. Antes de comenzar un combate, siempre se preguntaba si esa sería la ocasión en la que le harían cerrar los ojos para no volver a abrirlos. En secreto, rezaba por ello.



Beatriz G. López

martes, 27 de septiembre de 2016

Solo quiero que me beses (Patricia Bermejo Gallego)





Simón recibe la noticia de que Julia, una amiga por la que siente un profundo amor, está embarazada de otro hombre.

A pesar de las dificultades, Simón decide ayudarla sin tener en cuenta la opinión de los demás. Enfrentándose a su propia familia, Simón poco a poco descubrirá las visicitudes sociales a las que se expone una futura madre adolescente y soltera en la España de los años 80.







Hoy es el turno de hablar acerca de Patricia Bermejo Gallego. Conocí a esta escritora madrileña el pasado 26 de mayo en la Feria del Libro de Fuenlabrada. Ella se encontraba precisamente en la caseta de Entrelíneas Editores. Ese día quería llevarme un nuevo libro a casa y estuve debatiéndome entre varios. Finalmente escogí el suyo. Dedicado como está, ahora ocupa su lugar entre el resto de mi extensa colección en la estantería.

El género romántico no es uno de mis favoritos, pero disfruté leyendo Solo quiero que me beses.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Ganadora del sorteo


Da gusto comenzar el oto anunciando el nombre del ganador, en este caso ganadora, del sorteo del libro El presagio de Horus: Sara Rizos, por su participación en Twitter. ¡Felicidades! Como ya anuncié, en los próximos tres días contactaré con ella (si no lo consiguiera, entrarían en juego los suplentes). Podéis encontrar el vídeo del proceso en mi página de Facebook.

Estoy MUY CONTENTA con la labor de los participantes. Establecí el mínimo en 50 y fueron 69 los que se apuntaron, quedando 80 participaciones en total (puesto que algunos completaron los pasos tanto en Facebook como en Twitter). ¡Guau! ¡Así da gusto organizar eventos! Tanto es así que me habéis dado alas para pensar en futuras sorpresas. Sé que lo digo mucho, pero nunca es suficiente. ¡Millones de gracias!

¿Qué más puedo decir? Estos días se me han estado ocurriendo algunas ideas acerca del blog y otras plataformas de Internet en general. Además, ya tengo el material necesario para presentaros a cierta escritora y hablar de una de sus obras. Iré poquito a poco, organizando lo que tengo en mente y dándole forma. La verdad, tengo muchas ganas.

Por otro lado, la semana pasada comencé con la corrección definitiva de mi proyecto más ambicioso: una novela que supera (actualmente) las ochocientas cincuenta páginas en Word. No puedo dar más detalles por el momento, tan solo decir que es el trabajo de muchos años y que me tiene muy ilusionada. Siento que esta corrección será la definitiva y que, a partir de aquí, tan solo me queda ir hacia delante con ella.

Antes de despedirme, quería recordaros algunas cosillas. Si quisierais adquirir vuestro ejemplar de esta primera edición de El presagio de Horus, tan solo tendríais que poneros en contacto conmigo o bien hacerlo mediante la página web de Entrelíneas Editores. ¿Dónde puedes encontrarlo también? En Amazon, Libelista o Agapea. Y para quienes ya lo hayáis leído, os agradecería infinitamente que lo valoraseis en lugares tales como GoodreadsQuelibroleo o Tuquelees (también se puede hacer en las páginas antes mencionadas). Vuestra opinión es muy importante y además necesaria para continuar mejorando. Siempre progresando.

¡Feliz jueves!

miércoles, 14 de septiembre de 2016

El último baile

     Supongo que se aprende a vivir viviendo. No obstante, ¿cómo se aprende a no vivir? No existe ningún manual. Nadie ha regresado del otro lado para escribirlo. Tal vez alguien debería. Moriría por ver la expresión de todos aquellos escépticos con respecto a lo que hay Más Allá. Pero no puedo morir otra vez.
     No fui mucha cosa en vida. Me llamo... me llamaba Liv. No sé hasta qué punto es correcto seguir utilizando el presente. Liv. Un nombre que no era lo suficientemente largo como para siquiera emplear mucho tiempo en pronunciarlo. A veces me pregunto si de llamarme de otro modo habría sido más popular. Stacy, Tasha, Milena. Cualquiera habría bastado. Bueno, a las chicas más populares del instituto les valía. Pero ¿quién iba a fijarse en Liv? En la tímida Liv. En Liv la rarita. Liv, la de las calificaciones mediocres. La friki, la “oh mira, ha hablado”. Creo que no recuerdo ningún título positivo. Lo único que se me daba bien era bailar. Oh, sí. Cuando las notas musicales se introducían por mis oídos, mi cuerpo parecía saber a la perfección cómo fundirse con cada uno de los sonidos. La armonía me sumergía por completo en una realidad paralela, aquella que solamente yo podía ver, y donde mis movimientos eran los protagonistas de un mundo que se detenía para mí.
     Tras un esfuerzo horrible para superar la vergüenza, decidí mostrar mi pequeño talento a los demás. Era mi último curso en el instituto, ¿qué podía perder? Con un poco de suerte al año siguiente no volvería a ver a nadie de ese estúpido lugar. Tampoco quería pensar mucho acerca de la universidad y la más que posible repetición de la historia. Bueno, si es que me admitían en alguna. Siempre me quedaré con esa duda. La cuestión es que después de armarme de valor, hice la prueba para el grupo de teatro y danza del instituto. No voy a fingir que no esperaba que me aceptaran allí tras verme bailar pero me sentía demasiado pequeña como para ni siquiera adoptar una actitud altanera. Sin embargo, en los ensayos era capaz de aparcar todos esos monstruos y transformar mi alma, entregarla a la danza. Me dieron el papel protagonista de la obra. Sufría vértigos tan solo de pensar que habría decenas, si no cientos, de ojos puestos en mí. Pero conseguía mantener la capacidad de crear aquella burbuja que mantenía mi salud mental a salvo frente a los demás, lo que me permitía llanamente dejar que mis células fluyeran y se fundieran con la melodía.
       Pero nadie me había avisado de que tenía un corazón débil. La enésima tara de Liv.
     El día del estreno el teatro estaba rebosante. Recuerdo haberme asomado por una diminuta rendija del telón. Me vi obligada a ignorar aquellos sudores fríos que de pronto querían paralizarme. Sonaba extraño pensarlo, pero confiaba en mí. Y estuve repitiendo esa frase hasta que fue el turno de actuar. Los primeros acordes inundaron la gran sala. Yo ya estaba en el centro del escenario, a oscuras. Entonces dos focos tenues nacieron a cada lado y convergieron en mi cuerpo, fusionando sus centros. Me sentí expuesta, como en el interior de una vitrina de un museo cualquiera. Y no podía escuchar otra cosa que no fueran las notas que me indicaban que tendría que haber empezado a moverme ya. Pero oía risas, mofas, burlas. Sentía que me señalaban de todas partes, cubriendo unos labios que solamente hablaban para comentar acerca de mí, de lo poca cosa que parecía en aquel escenario. Nadie decía nada, nadie se movía. Pero yo veía sus sombras cernirse sobre mí. O eso creía, pues poco a poco todo comenzó a quedar negro a mis ojos. Mi burbuja se resquebrajaba. Lo último que vi fue al que iba a ser mi compañero de baile corriendo, una vez ya estuve en el suelo. Se agachó a mi lado. ¿Era miedo lo que brillaba en sus ojos? No lo sé. Lo único que podía mirar era a su sombrero. Fue rápido. No percibí dolor alguno. No me percaté de cómo mi corazón corría hasta límites extenuantes para después detenerse.
     Fue extraño cuando la consciencia regresó a mí tiempo más tarde. ¿Cuánto? No puedo asegurarlo. Tal vez no debería hablar de una consciencia como la que estaba acostumbrada a sentir. Los muertos jamás la recobran. Miré al frente. La sala estaba oscura. Las butacas no recogían a nadie y la buena acústica no podía hacer su trabajo porque no había música. Pero yo oía aquella melodía. Los cuerdas de los violines suspiraban notas y las tímidas teclas del piano eran sus fieles acompañantes. Levanté los brazos despacio, colocándolos en un ángulo elegante. Era así como habría comenzado mi danza. Me incliné con suavidad hacia la izquierda y mi pierna derecha quedó desplegada, grácil. Aún me acompañaba el vestido que guardó mi cuerpo cuando perdí la vida. Recuerdo que no me importó demasiado mi nueva condición invisible. Al fin y al cabo así había sido siempre el color de mi existencia. Las faldas del vestido ahora lucían vaporosas, mecidas por una suave brisa que aquella inmensa habitación teatral nunca había conocido. Me notaba más ligera. Mis pasos me dibujaban esbelta, delicada, etérea.
     Entonces apareció él. Mi acompañante. Lo primero que vislumbré bajo aquellos haces de luz imposible fue su sombrero. ¿Cómo era posible? ¿Acaso el chico que interpretaba aquel papel también había abandonado la realidad de corazones palpitantes? Pero conforme se iba acercando vi unas facciones desconocidas. Aquel no era mi compañero pero conocía a la perfección la coreografía que complementaba mi cuerpo con el suyo. No importaba su identidad, carecía de significación que apenas pudiese contemplar su rostro. Su alma me lo estaba presentando. Cerré los ojos y mis movimientos se quedaron congelados en el tiempo. Las hebras doradas que componían mis cabellos flotaban a mi alrededor siguiendo la estela del oscilar de los pasos. El hombre del sombrero apoyó la mano en mi cintura con una delicadeza infinita y me invitó a aproximarme más a él. La piel de nuestros semblantes se habían quedado a escasos centímetros, si era verdad que la teníamos. Por primera vez vi sus ojos. Totalmente blancos y sin embargo los más profundos y sinceros que había conocido en la vida. Irónico que los recibiese tras mi muerte.
     Aún no sé quién es el hombre del sombrero, ni de dónde viene, ni qué le ocurrió. Tampoco por qué está conmigo. Tan solo permanece a mi lado bailando esta coreografía eterna, ambos sumergidos en la danza infinita que nos unió para siempre. Y bailaremos. Y bailaremos. No hay minutos para nosotros pues estamos por encima del Reino del Tiempo. No le pregunté su nombre ni a él parece importarle el mío. Nuestras almas se encontraron cuando nadie más las veía.
     Supongo que se aprende a vivir viviendo. Y ahora estoy más viva que nunca.



Beatriz G. López

lunes, 5 de septiembre de 2016

Iniciativa "Seamos Seguidores"


Abrirse un huequito dentro de este vasto mundo que constituye la Red de Redes es complicado. Son muchos los blogs que pueblan Internet y, como es mi caso, somos muchos los escritores que queremos avanzar y darnos a conocer. Creo que es importante continuar hacia delante pasito a pasito. Por eso, he decidido sumarme a la iniciativa "Seamos Seguidores", donde podemos ayudarnos unos a otros a formar una agradable comunidad de blogs. He tomado la idea de El primer capítulo y es muy sencillo unirse, pues lo único que hay que hacer es seguir este blog y dejar un comentario en esta misma entrada con enlace al tuyo si quieres que te siga de vuelta.

¡Estoy deseando conocerte!

martes, 30 de agosto de 2016

¡Nuevo sorteo!

Llevo pensando en esta idea desde hace un par de meses o tres, pero entre unas cosas y otras he ido postergándola. ¡Y ya está aquí! sortear un ejemplar de El presagio de Horus.
He decidido

La participación es muy sencilla y se podrá hacer a través de dos plataformas:
  • Facebook: únicamente hay que completar dos pasos:
    • Darle me gusta a mi página de Facebook, que podéis encontrar aquí.
    • Compartir la publicación relacionada con el sorteo, que podéis encontrar aquí. Hay que hacerlo de forma pública, ya que si se hace solamente para los amigos puede ser que alguien no tenga el perfil público y yo no podré comprobar que ha seguido esta pauta.
  • Twitter: también serán dos pasos a seguir:
    • Seguir mi cuenta de twitter, que podéis encontrar aquí.
    • Retwittear el tweet relacionado con el sorteo, que podéis encontrar aquí.

Cumplir estas pautas supone una participación en el sorteo. Si se participa en las dos redes sociales, hay el doble de posibilidades de resultar ganador, ya que se tendrá una participación por Facebook y una por Twitter.

La fecha en la que se cerrará el sorteo será el martes 20 de septiembre a las 23:59 h, es decir, en tres semanas a partir de hoy. El miércoles 21 de septiembre publicaré la lista de participantes (si hubiera algún error, así se me podría comunicar) y el jueves 22 de septiembre anunciaré el nombre del ganador y me pondré en contacto con él para poder efectuar la entrega del libro.

Además del ganador, que obtendré mediante la página web Randorium, sacaré dos suplentes por si acaso no pudiera contactar con el mismo. Para que el premiado sea declarado "sin respuesta" y poder acceder a los suplentes, daré un plazo de tres días desde el día en el que declaro el nombre del ganador. En el caso de los suplentes será igual: habrá un plazo de tres días para aceptar el premio para el suplente 1 y otro posterior plazo de tres días para el suplente 2. Si dentro de ese período de tiempo no pudiera contactar con ninguno, el sorteo se volvería a realizar. Los pasos después serían estos mismos. Grabaré un vídeo del momento en el que realizo el sorteo y lo subiré a Facebook para que no haya ninguna duda del proceso de obtención del nombre del ganador.

Para que el sorteo se haga efectivo tiene que haber un mínimo de 50 participantes. Parece una cantidad grande, pero lo cierto es que si se va compartiendo entre nuestros contactos, se podrá alcanzar sin ninguna dificultad =)

Tengo mucha ilusión ante este sorteo y espero que vosotros también. Apenas cuesta unos pocos segundos participar. ¡Animaos! =D

miércoles, 24 de agosto de 2016

El paraguas


Imagen: Freemages
   Sabes que lo necesitas porque llueve. En realidad las nubes solamente se han arrebujado en el cielo espesas, con aspecto de algodón. Un algodón sucio, el color que se queda en el tejido tras restregarlo sobre una superficie de dudosa higiene. Pero sabes que esas nubes pronto descargarán agua. El olor húmedo en la calle tampoco miente. Decides entrar a una tienda, las antiguas “todo a cien” que ahora han adoptado matices más asiáticos, pues no quieres mojarte. Porque sabes que va a llover. Te acercas a la sección de paraguas, una vez has preguntado al dependiente dónde se encuentra (la prisa apremia, no quieres perder el tiempo), y ahí comienzas a rebuscar entre los objetos amontonados en la tercera balda comenzando por abajo. Inmediata e inconscientemente rechazas aquellos que se asemejan a un bastón: lo que quieres es uno pequeño, plegable, que quepa en tu mochila cada vez que lo necesites. Para eso están los paraguas, para ser útiles como y cuando quieras. Tampoco el color importa. Rojo, verde, amarillo... ¿Qué más da? Solamente es para protegerse de la lluvia. Ves el azul y tu mano se dirige hacia él de forma instintiva. Tal vez porque es el color asociado al agua. Asociado a la lluvia. Ese es el que eliges. Vas al mostrador y pagas, resultándote un buen precio para un paraguas. Barato, económico. Suspiras aliviado porque fuera ya ha empezado a llover. ¡Qué gran idea ese paraguas! Lo abres. Las varillas metálicas son firmes, fuertes, plateadas. La tela impermeable azul se extiende por encima de tu cabeza para ejercer su trabajo: protegerte de las gotas.
   El otoño da paso al invierno y aquel ser inanimado que adquiriste por unas pocas monedas ha estado haciendo su trabajo eficiente. Incluso compraste un paragüero en la tienda de al lado. Y ahí lo dejas cada día. Durante el transcurso de los meses de mayor frío has descubierto que el paraguas también puede cubrirte de la nieve y el granizo. No está mal, te dices a ti mismo, no gasté ni un billete cuando lo compré.
   La estación gélida también termina y, con ella, el clima intempestivo. Es cierto que la siguiente, la renovada primavera, también trae consigo ciertas lluvias, tormentas en ocasiones. El sonido que hace el paraguas al abrirse es demasiado familiar, no en vano lo ha hecho tantas veces. Sin embargo, poco a poco el astro diurno, aquel tan brillante, empieza a protagonizar los días y cada vez con más ímpetu. Te asomas al armario. Ya va siendo hora de guardar la ropa de invierno y sacar la de verano, ¿no? Lo mismo de todos los años, un ritual bianual que nos muestra camisetas que no recordábamos que teníamos. Desempolvamos los pantalones cortos, guardamos los guantes. Fuera los gorros, bienvenidos los tirantes. Las chaquetas gruesas y los abrigos son relegados al fondo del armario y con ellos también las bufandas y las botas. También el paraguas. En el caso de que lloviera, serían gotas cálidas y es más fácil soportarlas. ¿Quién quiere un paraguas en verano? Además, tiene una varilla un poco torcida. Piensas en tirarlo. No. Lo guardas por si acaso. Nunca se sabe. Total, piensas mientras le colocas encima una pila de prendas de abrigo, seguramente me compre otro cuando empiece el otoño.



Beatriz G. López

martes, 9 de agosto de 2016

Sonrisas

La carrera estaba siendo frenética. Angustiosa. Delirante. Ni siquiera parecía pertenecer a la realidad. Pero era muy real y su instinto de supervivencia lo sabía. No le interesaba saber a qué distancia le seguía, pues un solo vistazo a sus espaldas podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. Un giro a la derecha, dos hacia la izquierda. Saltaba matojos, ramas, raíces, rocas, pequeños montículos de tierra. Cuanto más estrecho e intrincado fuese el camino que elegía, más difícil sería que la cazase. Desesperada, pensó un par de veces en escalar la rama más alta de un árbol. Enseguida se dio cuenta de que esa era una nueva manera de arrojarse a los brazos de la muerte, pues no le daría tiempo ni a subir al primer nivel del árbol y además era imposible olvidar que ese era el entorno natural del animal. Era ella quien jugaba en desventaja.
Un pequeño extracto de El presagio de Horus. Porque a veces en la vida nos encontramos situaciones ante las cuales tenemos que correr más, ir por delante, evitar que nos alcancen. No por cobardía, no. No es eso. No es cobardía querer salvarse a sí mismo, es adaptación. Supervivencia. Y puedes encontrar este camino llano y fácil, pero también lleno de obstáculos y sinuoso. En ambos casos, es necesario dejarlo atrás. Avanzar. Avanzando se crece y creciendo se llega a nosotros mismos. Nadie nos lo puede arrebatar. Supervivencia, ¿recuerdas? Merece la pena luchar por eso. Cuanto más estrecho e intrincado fuese el camino que elegía, más difícil sería que la cazase.

Y hablando de supervivencia... Es toda una hazaña sobrevivir a este calor veraniego de agosto. ¡Ya estamos en agosto! Los días parecen escaparse entre nuestros dedos cuando se trata del verano. Terminas el curso y te ves embarcada en otros proyectos temporales. Trabajo. Pero también descanso. Reencuentros. Tiempo para reencontrarse con uno mismo. Reencuentros también con los demás. Y sonrisas. Sonrisas que merecen tanto la pena... Sonrisas que te recuerdan lo que es real. Entonces la que sonríes eres tú.

Lo que tampoco deja de avanzar son los pedidos. El último, cuatro libros. Cuatro ejemplares que pronto tendrán sus cuatro destinatarios. Alegría por cuatro. Por dieciséis. Por doscientos cincuenta y seis. Son las cositas que facilitan que la felicidad ascienda exponencialmente. Me permitís que esta novela, la historia que tengo que contaros, siga sumando kilómetros. Mi deseo es que esta pueda compensaros con creces.

¡Feliz verano!

domingo, 24 de julio de 2016

Entrevista reportajeada en La Biblioteca de Selene

En esta breve entrada vengo a ofreceros la posibilidad de visitar La Biblioteca de Selene. Su autora me ha dedicado un reportaje derivado de la entrevista que me hizo, así como una reseña de El presagio de Horus. Se trata de mi primera experiencia en el punto de mira como escritora, una oportunidad fantástica de saber un poco más de mí y de la novela que protagoniza Calypso. ¡No os la perdáis!

miércoles, 20 de julio de 2016

El Guardián entre los mundos (MJ Pérez)





La vida de Valeria da un giro de 180 grados cuando se encuentra un libro antiguo en el metro mientras regresa a casa. Para sorpresa de Valeria, se trata de una de las novelas más absorbente que ha leído nunca y su lectura la coloca en el centro de un conflicto que la atrapa cada vez más y del que no puede escapar.

En un viaje que supondrá conocerse mejor a sí misma y tomar algunas decisiones vitales, la chica descubre que existen un sinfín de realidades protegidas por el guardián, un centinela que vigila para que nadie accede a un universo al que no pertenece.






Esta nueva publicación está relacionada con la escritora de San Fernando MJ Pérez, galardonada en el Primer Certamen Corcel Dorado de Entrelíneas Editores.

Después de haber leído esta historia, voy a proceder a hablar sobre ella sin desvelar más allá de lo justo y necesario.

miércoles, 6 de julio de 2016

¡Miles de gracias!


Creo que el título ya lo dice todo, pero aun así hago hincapié sobre ello. ¡Miles y millones de gracias! Vuestros comentarios en relación con El presagio de Horus hacen mis días aún más bonitos. La amabilidad y el positivismo de estas palabras, vuestras opiniones, son para mí un motivo más para seguir esforzándome por hacer aquello que me gusta: escribir.

Tanto en este blog, como en mi cuenta de Facebook, así como en la de Twitter (pese a que no he incluido ninguno en esta composición) leo lo que tenéis que decir acerca de mí y de mi primer libro. No es por repetirme, pero sois amor. Que os guste de esta manera El presagio de Horus supone para mí una alegría inmensa. Esta acogida está siendo simplemente espectacular. Tampoco me olvido de los mensajes que me habéis hecho llegar por Whatsapp, ni tampoco de los que me habéis transmitido en persona.

Y un apunte más. El hecho de haber comprado el libro, y esta vez me refiero a todos aquellos que lo han hecho y que puede que lo hagan en un futuro, ya denota un interés por el mismo que cuenta con un gran significado.

Por todo esto quería publicar esta entrada de reconocimiento a mis lectores. Sé que doy las gracias mucho, muchísimo, pero en mi casa me enseñaron un valor (entre otros muchos) que considero esencial: el agradecimiento. Sin todos vosotros este sueño cumplido no podría ser tan dulce como de hecho es.

Antes de despedirme querría animar a quienes les guste el género de ciencia ficción a que, si aún no tienen su ejemplar, se hagan con él y disfruten de la lectura. Para mí no existe un orgullo mayor al respecto. ¿Que cuál es la sinopsis? La podéis encontrar aquí.

¡Feliz miércoles!

martes, 28 de junio de 2016

Sueño de porcelana

     Ella solamente quiso querer. Su única pretensión fue recibir amor.
     Él le regalaba su compañía todos los días. La cuidaba. Incluso cepillaba su fino cabello cuando las sedosas fibras parecían enredadas. La trataba con especial cuidado. Y la hacía estar radiante. Ella sabía que tan solo era una más, pero no le importaba. Le bastaba con sentir sus dedos suaves por su rostro inmaculado cada mañana. Era su momento favorito. El resto del día le miraba. Observaba todas y cada una de sus sonrisas. ¿Su preferida? Aquella que le regalaba al preocuparse por ella. Le enternecía tanto cómo se le rasgaban los ojos bajo aquella mirada sincera... Cómo le habría gustado devolverle el gesto. Pero sus pequeños labios de azabache se negaban a obedecer.
     Cada día ella era la más dichosa del lugar contemplando a su amado. Y aunque él no tuviera forma de saberlo, ella conocía todos y cada uno de los recovecos del interior del chico. Cómo no hacerlo, le observaba desde su estantería desde que él era un bebé. Había sido testigo de sus torpes primeros pasos. Le había visto crecer, pues los padres del niño siempre le habían estado llevando al taller. Y así habían transcurrido los días, él un poquito mayor cada vez, hasta que por fin había contado con la edad suficiente como para empezar a participar en el negocio familiar. Desde que trabajaba allí, todas las mañanas repetía con ella y con sus compañeras el mismo ritual. ¿Podría él llegar a darse cuenta de que el fulgor de sus ojos era diferente al de las otras muñecas? No lo creía. No le importaba. Solo quería que, cada día al alzarse el sol sobre el vasto horizonte, volviera a tocarla.
     La muñequita continuó siendo testigo del incesante desarrollo del joven, de cómo se encargaba del taller y su respectiva tienda. De cómo había cerrado esta última en numerosas ocasiones por la noche para encontrar algo de intimidad con la muchacha que un buen día había empezado a aflorar en su vida. Una joven preciosa, a decir verdad. La impotencia se fundía con la tristeza al ser testigo de cada beso, de cada caricia, de cada mirada cómplice. Soñaba con ser ella quien ocupase ese lugar y rozar esos labios que siempre le mostraban un gesto amable. Soñaba... Pero sabía que él era feliz así y su pequeño corazón de porcelana era lo que realmente anhelaba. Pensaba que tal vez, solo tal vez, llegara el día en el que también ella pudiese sentirse mujer. Suspiraba por abandonar, aunque solo fuese un momento, el interior de aquel cuerpo tan pequeño.
     El reloj continuó deslizando sus manecillas a través de la piel del tiempo y ella pudo conocer a los hijos del joven y la preciosa muchacha, ahora convertida en su esposa. Siempre le había gustado el resplandor de las alianzas en sus dedos. Pero el dios Cronos era implacable, cambiando la verde lozanía por madurez estival. La muñequita de ilusión perpetua, sin embargo, sabía que bajo esa apariencia ahora más desgastada permanecía su joven. Que continuaba latiendo el mismo corazón de niño que siempre había velado por ella. Su felicidad, aquella vida plena de la que él disfrutaba la colmaba de júbilo.
     Los años se escurrían por aquella espiral imposible de detener. Cuanto más avanzaban, él menos se acercaba por el taller. Ella escuchaba a los hijos de su joven ya anciano. Eran quienes ahora dirigían el negocio. Encontró aflicción en sus voces al afirmar que su padre no se encontraba bien desde hacía varios días. La mente inocente de la pequeña muñeca no podía comprender qué era lo que ocurría, a él, cuya alma siempre había desprendido una bondad tan inusitada en un mundo oscuro.
     Pudo verle de nuevo un par de lunas después. El recuerdo de aquel momento se quedó grabado en su blanca memoria esmaltada. La puerta del taller se abrió lentamente. Su niño, que desde hacía varios años adornaba su carita con una barba nacarada a juego con su cabello nevado, apareció tras ella. Tosía. Sus pasos eran lentos. Pero sus ojos, ¡ay!, sus ojos mostraban el mismo brillo que antaño. Se acercó a la estantería y la miró. Hacía mucho, mucho tiempo le oyó decir que guardaba un cariño especial hacia ella porque ya estaba allí cuando él nació. Su niño había dicho que en ocasiones incluso parecía que le devolvía la mirada. Y la muñeca siempre tuvo la esperanza de que llegara el día en el que él se diera cuenta de que así era.
     —Gracias por alegrarme la vista todos estos años, pequeña —le susurró. Y acarició su rostro suave y frío con sus dedos temblorosos y afectados por la edad.
     Estuvo observándola durante un buen rato. Ninguno habló. Él no quiso despegar sus labios, ella no podía hacerlo. Finalmente el hombre con el corazón de niño se dio la vuelta y abandonó la tienda. Aquella había sido la última vez que la muñeca pudo reflejarse en sus ojos.
     El día siguiente amaneció con el cielo cubierto de nubes cenicientas. Cuando la entrada a la tienda volvió a abrirse, el fresco aroma a lluvia se coló entre aquellas viejas paredes de madera. Ella pudo ver cómo el hijo mayor de su niño se acercó a la estantería. La tomó entre sus manos trémulas. El hombre no solamente vestía el negro en sus ropajes. La muñequita entonces lo supo. Algo dentro de su cuerpo en miniatura le dijo que él se había marchado para siempre. Entonces la pequeña escuchó un doloroso sonido en su interior. Su corazón de porcelana se resquebrajaba.
     Y ocurrió el milagro.
     De sus enamorados ojos de cristal brotó una lágrima que resbaló despacio por su rostro nacarado. Pura. Limpia. Diáfana. El hijo mayor pudo verla y la confundió con su propia estela de dolor. Entonces, con exquisita ternura, tumbó a la muñeca en el mostrador y la cubrió con una tela de raso.
     Cuando la niña de porcelana fue destapada, pudo ver dónde se encontraba. Su amado yacía vestido del color de la noche en una hermosa caja alargada y mullida. La piel se veía tan pálida como la suya. Notó cómo la depositaban encima del cuerpo ahora desierto de su niño. La música decadente que inundaba sus diminutos oídos era la de la tristeza. Y de pronto, oscuridad. Habían cerrado la tapa. Notó el descenso.
     Podía sentir sus manos debajo de su pequeño cuerpecito de muñeca. Sus párpados cobraron vida y fue capaz de cerrar los ojos. El milagro regresó. Miles de lágrimas iluminaron las tinieblas de aquel lugar sellado. Por primera vez supo lo que era esbozar una sonrisa.
     Dormiría con él para toda la eternidad.
     Soñaba que era humana.
     Soñaba que bailaban y que, bajo la protección de sus brazos, aquel joven moreno la besaba.



Beatriz G. López

jueves, 23 de junio de 2016

Pérdida

     La miraba a los ojos, aquellos que la teniente Riley Turner ahora mantenía entreabiertos y clavados en los suyos. El capitán Matthew Slade supo que aquello que le oprimía los pulmones era miedo, un temor frío a ver cómo la chica perdía el brillo de sus pupilas. De sus pupilas al mirarle a él. Y la razón de aquella repentina sensación de pánico era mucho más profunda. Se dio cuenta en ese mismo momento de que no solamente la echaría de menos entre sus sábanas. Sus ojos verdes vacilaron. Dolía. Dolía mucho. Aquella sonrisa le atormentaba aún más que cualquier herida que hubiese recibido durante el transcurso de la guerra. Los párpados de Riley cayeron y la curva de sus labios fue atenuándose muy lentamente.
     Todo fue muy confuso para el capitán Slade a partir de ese momento. El tiempo se desincronizó con la realidad y los hombres que empezaron a entrar en la habitación parecían no moverse lo suficientemente rápido como para completar los segundos al ritmo normal. Quienes habían permanecido en el exterior del cuarto por orden de Turner ahora se introducían en él.
     —El búnker está limpio —escuchó.
     No sabía quién lo había dicho ni tampoco de dónde procedía aquella voz. De pronto y sin previo aviso, el médico Mason Hoobler se agachó junto a ellos, profiriendo algo en voz alta que Matthew no recordaría al segundo siguiente. Notaba que alguien le colocaba las manos en los hombros sobre el uniforme y se situaba delante de él. Reconoció al sargento Eric Collins. Le habló y luego tiró de él. No quería dejar a Riley sola. Todos los soldados de la compañía que habían acudido allí abajo y que podían valerse por sí mismos continuaban entrando. Pero es que no quería dejar a Riley sola.
     —Señor, será mejor que nos apartemos. Doc necesita espaciocreyó que le decía Collins.
     Entonces sus ojos se desplazaron del rostro dormido de la teniente al del sargento. Una corriente de agotamiento azuzó cada centímetro de su cuerpo, rivalizando con aquel dolor que se alejaba de la física. Quería protestar, hacer que fluyera todo su mal carácter y ordenar a gritos que no se atrevieran a alejarle de allí, pero tan solo era una marioneta de aquella tempestad desgarradora. Matthew se dejó guiar por Collins y pronto se vio en el mismo lugar donde le habían colocado tras liberarle del enemigo. Allí donde había abierto los ojos y había visto aquel rostro que ahora parecía descansar. El capitán abrió la boca pero no emitió ningún sonido. Desde lejos vio cómo Hoobler vendaba aquella herida de bala del cuerpo de la teniente, taponando la entrada y la salida de la misma. Pero Riley no se movía. Su Riley parecía haber concluido finalmente la batalla.



Beatriz G. López

viernes, 10 de junio de 2016

Los deseos también se cumplen

Dicen que cuando uno se encuentra a disgusto en un lugar los minutos transcurren más despacio. Por El presagio de Horus...
contra se cuenta que, si se disfruta de lo que se está haciendo, el tiempo se transforma en un suspiro. La hora y media que duró ayer la firma de ejemplares pasó ante mis ojos a la velocidad de la luz. Una vez te adentras a la caseta con tus libros encima del mostrador, es muy fácil dejarse llevar por el ensueño. Así me ocurrió con 

Podría decir que son muchas las cosas que se te pasan por la cabeza en un momento así, cuando entras a formar parte de un lugar que reúne a tanta gente como la Feria del Libro de Madrid. Cuando escuchas tu nombre por megafonía anunciando el título de tu obra. Cuando la gente va a verte expresamente a ti o cuando son personas que no te conocen de nada pero que ves que se interesan por el libro. Sí, podría decir que son muchos los pensamientos que anidan en tu mente. Sin embargo, todos tienen el mismo factor común: la ilusión.

Por otro lado, cuando eres novel es complicado atraer la atención de un público que normalmente va a lo seguro, centrándose en autores cuyos nombres ya ha recorrido un vasto camino. No obstante estás ahí, ya estás dentro, y con perseverancia, esfuerzo y ánimo, ¿quién sabe?


La felicidad de ver tu creación convertida en papel ya significa una recompensa implícita. Es preciso saborear el sendero que se abre ante ti. Preciso y precioso. Estos tres eventos pasados han formado parte de mis primeras sensaciones públicas como escritora. No sé si habrá más, no sé si tendré más oportunidades de dar a conocer al mundo esta faceta de mí más allá de mi propia promoción. Me gusta pensar que sí. Al igual que también espero que El presagio de Horus sea tan solo el comienzo. Desde luego, continuaré trabajando. Si algo he aprendido de esta grata experiencia, entre otras muchas cosas, es que los deseos también se cumplen.

miércoles, 8 de junio de 2016

Próxima parada...


Por fin, el tercero de los eventos programados hasta el momento tendrá lugar mañana. De 19.30 a 21.00 h estaré firmando ejemplares en la caseta 24, de Maidhisa, en la Feria del Libro de Madrid. Creo que a estas alturas no hace falta que diga las ganas que tengo. Y sin embargo lo diré. Lo repetiré las veces que haga falta porque, como ya dije en una entrada anterior, si hace unos meses me hubieran hablado de esta oportunidad, difícilmente lo habría creído. Pero es real. Muy real. Y no tengo pensado hacer otra cosa diferente a disfrutar de la experiencia al máximo.

El Parque del Retiro es un emplazamiento emblemático en la capital de España y, por tanto, se encuentra muy bien comunicado. Como se lee en el cartel, las estaciones de metro más cercana son Príncipe de Vergara (L2 y 9), Retiro (L2) e Ibiza (L9). También se puede llegar en Cercanías mediante las estaciones de Recoletos o Atocha, además de varias líneas de autobuses. De cualquier modo, si hubiese algún problema en relación a cómo llegar, se puede encontrar más información aquí. Una vez llegados al parque, como este es muy grande, la página web de la Feria del Libro de Madrid nos ofrece un plano que muestra la localización de las casetas por número.

Así que, ya sabéis, acercaos a este prestigioso evento cultural. El buen tiempo y las fantásticas vistas de la vegetación sin duda acompañarán. ¡No hay excusa! =)

domingo, 5 de junio de 2016

Presentación en el Tempo Café Pub

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero ni con mil imágenes podría expresar lo especial que fue la presentación de los libros ayer en el Tempo Café Pub de Madrid. Por esta razón voy a colocar varias fotos y a acompañarlas con texto, a ver si esta combinación es lo suficientemente efectiva. Mi intención es plasmar lo mejor posible todas las sensaciones que tuvieron lugar en el interior de aquel local. Difícil empresa. Pero me gustan los retos.

Después de la intervención de MJ Pérez, la escritora con la que compartía presentación, llegó mi turno. Los pensamientos que invaden a uno cuando no está acostumbrado a hablar en público hacían su acto de presencia, pero fueron marchándose poco a poco a medida que mi intervención se iba a desarrollando. Y al final el micrófono no fue sino uno más detrás de aquella mesa. Si alguno tenéis curiosidad de ver el vídeo, podréis encontrarlo en mi página de Facebook.


Un momento muy emotivo fue el que protagonizó mi prologuista. Álvaro introdujo El presagio de Horus. Fueron sentimientos verbalizados, nacidos directamente del corazón. Y creo que, cuando se habla y se escribe con el corazón, uno siempre acierta. Él acertó de pleno y yo no podría estar más contenta ni más orgullosa de todo lo que dijo desde que se hizo con el micrófono hasta que se desprendió de él. Tengo la enorme suerte de haberme hecho también con un vídeo que recoge este instante y que, por supuesto, también se puede ver en Facebook. La calidad de esta fotografía no es la mejor del mundo, pero a mí me vale. La alta definición ya la guardo en mis recuerdos.





A todo esto le sucedió la ronda de preguntas. Después, la lectura de un fragmento de la novela. Fue un momento que disfruté especialmente.

Por último, la firma y dedicatoria de libros. A través de la cercanía de todos los que acudieron a la presentación, sus buenas palabras y sus sonrisas, pude sentir la calidez a mi alrededor. Una vez más, agradecerles su presencia. Valoro mucho cada vez que alguien decide que quiere dedicar su tiempo a pasarlo conmigo. Y ayer fueron muchos los que quisieron hacerlo, con todo lo que ello significa.

Cuando el evento finalizó, se alargó de un modo extraoficial: ¡había llegado el turno de las fotografías! Tengo tantas en total que me he visto obligada a hacer una selección de las que más me gustan y las que me resultan más cercanas.


En primer lugar, mis padres y mi hermana. Mis queridísimos padres y hermana. Todos ellos forman parte de los cimientos de lo que soy, partes del alma de mi particular titán Atlas que sostiene mi mundo. Su fuerza, la suma de ellas, está presente en cada ocasión. Siempre.
Aquí Pilar, la madre de mi chico. Una fotografía que, por su importancia, no podía dejar fuera de la colección. Ya son muchos años y el apoyo que ella me brinda también es muy importante para mí. No podría ser de otra manera.

Y mi Álvaro... Creo que no tengo nada que añadir al respecto. Si es que ya lo he dicho todo. Y lo que no he dicho se puede leer entre líneas. El lenguaje corporal no miente. No es complicado. ¡Te quiero!

Una mención especial para las personitas que aparecen en estas dos fotografías, además de mi hermana: mis primas Helena y Virginia. Estoy muy, muy contenta de haber podido contar con ellas ayer, así como con mis tíos. Tampoco me me olvido de Fran, aunque no aparezca en las imágenes. A todos ellos, ¡mil gracias!






¡Y mis amigos! Sé de muy buena mano que dejaron de hacer lo que estaban haciendo para poder acudir ayer a la cita. Entre otras cosas, ellas dos estudiar para el lunes. Se examinan de la misma asignatura que yo y una bastante complicada, por cierto. Esto sin hablar de otros quehaceres. A Lucía y a Renata en concreto las metí en un aprieto cuando tuvieron que hablar por el micrófono, ¿verdad? Fue un gran momento, sí señor. Os adoro.


Para dar por concluida esta entrada, simplemente recordar que no me olvido de todos cuantos estuvieron ayer en el Tempo Café Pub y que no he nombrado de un modo individual. También formaron parte de ese conglomerado de ilusión y alegría en el que se transformó la tarde. Por supuesto, no hace falta que diga que la editorial y los que la conforman se encuentran implícitos en estas líneas. 

Sí, reitero mucho los agradecimientos. Sí, insisto demasiado en las personas. Podría haber activado la opción de "leer más" en lugar de dejar la entrada intacta en toda su longitud, que es bastante. Pero ¿sabéis qué? No he querido. Todos y cada uno de los momentos merecen mostrarse al mismo nivel. Todos merecen el mismo reconocimiento. Para mí el factor humano es imprescindible y así he querido mostrarlo.

El presagio de Horus ansía que os adentréis en su historia, en su mundo, en lo que existe detrás de las letras que crean las palabras que lo narran. Y yo estoy deseando que lo disfrutéis.

Próxima estación: Feria del Libro de Madrid.

viernes, 3 de junio de 2016

Próxima cita


Mayo se ha despedido prácticamente abandonando el calendario por la puerta grande y el nuevo mes ya ha tomado su relevo. El calor de junio asoma con timidez, recordándonos que el verano se encuentra en realidad a la vuelta de la esquina. Y antes de adentrarnos en la época estival, por mi parte aún quedan cosillas por hacer.

La primera de ellas es terminar los exámenes de este segundo año de Psicología. Empiezo el día seis y termino el quince. En menos de dos semanas ya habré acabado. No veo el momento, después del trabajo de un curso entero. No sé si las tengo todas conmigo, pero desde luego voy a utilizar todo mi empeño para sacar estas asignaturas adelante.

La segunda, como no puede ser de otra manera, es continuar con las citas que tengo pendientes a raíz de mi nuevo libro. Y esto ya me gusta más. Mañana, día cuatro de junio, es la siguiente. Ya anuncié la fecha hace unas semanas. Entrelíneas Editores me ha proporcionado los carteles del evento y he elegido el que encabeza esta entrada para recordar los detalles relacionados con el mismo. La dirección del Tempo Café Pub se encuentra en la publicidad superior.



Por otro lado, que los libros hayan visto la luz por fin el pasado lunes ha brindado la oportunidad de ir adquiriéndolos. Lo que se ve en la fotografía es ni más ni menos que el primer encargo. Me hizo mucha ilusión, la misma que al compartirlo ahora con vosotros. Firmados y dedicados todos y cada uno de ellos, espero de verdad que les guste a sus destinatarios. Al igual que a los que se han apuntado para el segundo pedido, quienes podrán tener sus ejemplares la semana que viene.







Si tú también quieres el tuyo, por el momento puedes conseguirlo de estas tres formas diferentes:
  • A través de la página web de la editorial Entrelíneas Editores.
  • En los diferentes eventos para presentaciones y firmas. Los más próximos son los siguientes: en el Tempo Café Pub mañana a partir de las 19:30 h o en la caseta 24 de la Feria del Libro de Madrid el día 9 de junio (de 19:30 a 21:00 h).
  • A través de mi correo electrónico beatrizglopezoficial@gmail.com, mediante el cual resolveré cualquier cuestión tan pronto como me sea posible.

Lo dicho, nos vemos mañana en el Tempo. ¡Que tengáis un buen fin de semana!

lunes, 30 de mayo de 2016

¡Ya están aquí!


Y de repente te llega la noticia de que ya están listos. Y la alegría se adueña de todos los orgánulos de tus felices células. Y vas a buscarlos. Y los coges en brazos. Y los sientes en tus manos. Sientes el peso de las letras yaciendo entre tus dedos. Y lo miras. Y lo abres. Y lo cierras. Y lo vuelves a abrir. Y lo vuelves a cerrar. Te deleitas con la cubierta. Contemplas el reverso. Y cuando dejas de observarlo, regresas otra vez la mirada a los pocos segundos para cerciorarte de que sigue allí. El tacto no es suficiente. Necesitas verlo. Necesitas comprobarlo una vez más. Y sobre tu piel continúa. Entre tus dedos. Entre tus manos. Entre tus brazos.

Y él, tu primer libro en papel, parece guiñarte un ojo. Y le susurras "te estaba esperando". Entonces crees sentir en el alma una voz que emerge de entre sus páginas: "en realidad nunca me fui".

viernes, 27 de mayo de 2016

Una gran experiencia

Ayer, 26 de mayo, era el día en el que estaba citada en la Feria del Libro de Fuenlabrada. El evento con Entrelíneas Editores era totalmente ineludible. Así que, después de haber acudido con antelación al parque que acogía el acontecimiento literario, finalmente llegó la hora de tomar asiento en el interior del Pabellón de Adultos. Así hicimos.

Cuando escuché mi nombre, me levanté de la silla en primera fila y me enfrenté al micrófono y a toda la gente en sus respectivos asientos. No estoy muy acostumbrada a hablar en público, nada más que en las presentaciones de trabajos que tengo que hacer en la universidad. Impresiona, sí, pero no es algo que no se pueda vencer si estás feliz del lugar a donde has llegado. Y yo ayer estaba muy feliz. Lo que ofrecí fue una breve introducción acerca del libro. No me quise extender mucho, tan solo lo justo y necesario como para captar la esencia del argumento. Creo que lo conseguí, lo que supone una gran satisfacción para mí teniendo en cuenta que no me había preparado nada. En cualquier caso fue un primer contacto con el público bastante satisfactorio.
       


Y hablando del público... Estoy enormemente agradecida a todos aquellos que quisieron acercarse ayer a la Feria del Libro de Fuenlabrada, y en concreto al Pabellón de Adultos, para compartir conmigo este momento tan especial para mí. En primer lugar, una mención imprescindible: mi familia. Ya expresé en la anterior entrada que el éxito no sabe tan dulce sin las personas importantes a tu lado. No solamente hablo de la cercanía física, sino también la cercanía emocional, aquella que sientes dentro calentando el corazón. Este grupo lleva implícita la presencia de mi chico, aquel que cada día me ofrece todo lo que un hombre es capaz de ofrecer y cuya alma visto fusionada con la mía.

También quería agradecer a mis amigos, que se desplazaron desde bastante lejos para poder estar presentes. Son fantásticos. No es el primer detallazo que tienen conmigo y puedo asegurar y aseguro que sus acciones cumplen las características que hacen que no las vaya a olvidar fácilmente.

Por último, y no por ello menos importante, unas palabras para el resto de personas que decidieron emplear unas horas de su vida en estar allí en mi primer evento público. Contribuyeron a ese sentimiento tan bonito de sentirme arropada bajo el abrigo de sus sonrisas.


Al finalizar la participación de los ganadores del certamen, tuvo lugar la presentación de más novedades de la editorial. Algunos de los escritores de este segundo grupo también estuvieron presentes. Cuando se dio por concluido este último apartado, los premiados nos reunimos y tuvimos la oportunidad de ser fotografiados juntos. De esta manera, quedó así una imagen para el recuerdo.

Continuando con esta pequeña crónica, me gustaría volver a hablar de una personita en particular. Él es Álvaro, mi chico. Ya iba siendo hora de que le diera a conocer por aquí. No solamente representa uno de los pilares fundamentales de mi vida, sino que también es quien ha escrito el prólogo de mi novela. Si había alguien que se mereciera tener algo propio dentro de El presagio de Horus, ese es él.

¿Que por qué es él? No se me ocurría nadie más perfecto. Esta es mi primera novela publicada pero no es la única que he escrito. En todo lo que he hecho siempre me ha dado su apoyo incondicional y, en el caso de la escritura en particular, sus aportaciones tienen un valor incalculable para mí. No se me ocurría una mejor forma de agradecerle todo cuanto hace. Que su nombre aparezca, como de hecho sucede, en la portada del libro, para mí supone un motivo de orgullo. El mismo orgullo que hincha mi pecho al saber que todas estas cosas maravillosas las puedo disfrutar a su lado.



Antes de terminar quiero destacar la amabilidad de todos cuantos formaron parte del evento y especialmente con los que tuve la oportunidad de charlar después. En concreto con Patricia Bermejo, de quien pude comprar un libro en la caseta de Entrelíneas Editores. Asimismo, me habría gustado que mi novela hubiera estado disponible ayer también en dicho stand, pero por volumen de trabajo de la imprenta no pudo ser. Una pena. En cualquier caso, es cuestión de días que pueda tenerla entre mis manos. ¡Lo estoy deseando!

Reitero mis agradecimientos a todos los que han hecho posible esta oportunidad y, sobre todo, a quienes decidieron que querían acompañarme. ¡Sois estupendos!